jueves, 14 de noviembre de 2013

Realidad del Cuidador del Adulto Mayor



El actual contexto sociodemográfico en el que la esperanza de vida sube año tras año, ha comportado un importante aumento de la población de adultos mayores que se encuentra en situación de dependencia. Ser cuidador de un dependiente no es una tarea fácil y la mayoría de las veces ellos no reciben las indicaciones suficientes para cuidar a un adulto mayor.

¿Cuántos tipos de cuidadores existen?

Cuidador principal: Es la persona encargada de la mayor parte del cuidado del enfermo. Suele vivir en el mismo domicilio que el enfermo, o muy cerca de éste, y suele tener una relación familiar muy próxima.

Cuidador formal: Es aquella persona o personas con una formación adecuada para cuidar al enfermo y que cobran una remuneración por hacerlo y cumplen horarios fijos para acompañar a los adultos.

Cuidador informal: Son aquellas personas que forman parte del entorno familiar y colaboran en mayor o menor medida en la atención al enfermo. Su ayuda es voluntaria, no recibe remuneración, efectúa visitas regulares o continuas, y además, no son especialistas en el cuidado del adulto. Debido a su poca preparación, muchos cuidadores informales suelen pasar por cuadros de depresiones y enfermedades psicosomáticas, correspondientes al síndrome de la “Sobrecarga“ del cuidador, que se caracteriza por síntomas de estrés y tristeza. En variadas ocasiones, este tipo de cuidadores suele dejar de lado a sus propias familias, trabajos y/o amigos, lo que a veces puede desencadenar en un trato no adecuado hacia el dependiente.
Es muy importante el proceso de adquisición del papel del cuidador, ya que influirá en la manera posterior de cuidar y de cómo se sentirá el propio cuidador llevando a cabo la tarea.



¿Cuáles son los derechos del cuidador?

El cuidador tiene derecho a:
  • Cuidarse a sí mismo, y esto no es un acto de egoísmo. Hacerlo le ayudará a cuidar mejor al ser querido.
  • Buscar ayuda en otras personas pese a que el familiar no quiera o ponga trabas. El cuidador conoce cuáles son sus límites respecto a su nivel de energía y fuerza.
  • Mantener aspectos de su vida que no incluyan a la persona que cuida, de la misma forma que haría si él o ella estuviera bien. El cuidador sabe que hace todo lo que está a su alcance para esta persona y tiene derecho a hacer cosas sólo para él.
  • Enfadarse, estar deprimido y expresar ocasionalmente sentimientos negativos.
  • Rechazar cualquier intento de manipulación por parte del ser querido a través de sentimientos de culpa, enfado o depresión.
  • Recibir consideración, afecto, perdón y aceptación por todo lo que hace para su familiar, a la vez que él ofrece lo mismo a cambio.
  • Estar orgulloso de lo que ha logrado, aplaudir la valentía que en ocasiones ha necesitado para cubrir las necesidades de su ser querido.
  • Proteger su individualidad y su derecho a tener una vida propia, en el caso de que su ser querido no le necesite todo el tiempo.

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